CATA
a Cata la conozco en el transporte colectivo de Chacahua de camino al mercado más cercano, dos colectivos y un barquito supone llegar ahí… cada x días, expedición… es un pequeño paraíso que tiene unas lagunas que dan al mar, pequeñito, sin carreteras…
«veniros esta tarde a casa bébi, y nos tomamos algo…» y ahí que fuimos y ahí que nos quedamos, un tiempito, con ella, en la azotea de su casa rosa…
en determinados círculos es conocida, ya nos habían hablado de ella, y de su casa en las montañas de San José y sus eventos, los rituales de Cata… «durante 18 años viví allí, una maravilla, pero por salud me vine a Chacahua…», «…yo fui española, ahora soy de Chacahua, allí no me espera nadie…»
las visitas a su casa son constantes, gente de Mexico y de más allá aparecen, para platicar un rato, tomarse un agua, un mezcal, a que les eche las cartas, a hablar de números o de ajedrez… temas normalizados dentro de su espacio, sin mucha tontería, el juego de lo simbólico como excusa para conocernos…